Un instituto de Granada indemnizará a una alumna que se quemó con sosa en el laboratorio
La aseguradora del centro abonará 4.300 euros a la chica, que era menor de edad cuando sufrió el percance en clase.
Un centro educativo de la capital ha aceptado indemnizar con 4.300 euros a una alumna que, el 10 de mayo de 2017, sufrió una quemadura química mientras se encontraba realizando prácticas en el laboratorio. Se trata del Instituto Juan XIII de Cartuja y la chica tuvo el percance cuando cursaba estudios de cuarto de E.S.O., si bien ahora ya es mayor de edad.
Un acuerdo alcanzado el 12 de noviembre entre el centro educativo y la alumna va a evitar que el caso vaya a juicio, pues las dos partes han consensuado la cuantía que recibirá esta de la compañía aseguradora de la entidad docente. La suma se ha plasmado en un documento que habrá de ser ahora validado mediante un auto de (homologación judicial) por el órgano en el que ha recaído el asunto: el Juzgado de Primera Instancia número 14 de Granada.
Taburete
El accidente ocurrió cuando la adolescente se encontraba dentro del horario de la clase de Ciencias Aplicadas en el laboratorio. Aquella mañana tocaba prácticas y ella se sentó en uno de los taburetes allí existentes.
Al finalizar la estancia en el laboratorio, cuando los estudiantes ya subían las escaleras del centro para ir a su aula, «los compañeros le advirtieron de que tenía una mancha detrás en el pantalón». A continuación, la chica «empezó a notar dolor en esa zona», según exponía en su demanda.
Tras salir de clase, se marchó a su casa, donde pudo comprobar «que tenía una herida en la cara posterior del muslo derecho». Ante el aspecto que tenía la lesión, se dirigió al Centro de Salud del barrio de la Chana. Una vez explorada, los médicos de urgencias, que emitieron el correspondiente parte, confirmaron que se trataba de una «quemadura química».
Al día siguiente, la madre de la menor se dirigió al instituto con el informe de urgencias. Se lo exhibió a la directora del centro para que tuviera conocimiento de lo sucedido.
Por lo visto, según indicaba la demanda de la afectada, el profesor de la asignatura hizo con posterioridad una comprobación y habría concluido que la estudiante se había podido quemar con sosa cáustica. Probablemente, según añadía la perjudicada en su demanda, la sosa cáustica «podría encontrarse en el taburete» donde ella se sentó, «bien por ser material de dicho laboratorio, bien por haber sido utilizada por el personal de limpieza del colegio».
Sea como fuere, ella, su madre y su abogado, que es Joaquín Perales, de Perales Abogados, están convencidos de que aquel producto químico corrosivo estaba allí, en ese asiento del aula, y ocasionó a la estudiante una herida de consideración por la que precisó asistencia médica. La lesión la tenía exactamente en la cara dorsal del muslo derecho y era de unos tres centímetros de diámetro y de tercer grado. Precisó curas y cirugía plástica.
La adolescente aseguraba al juzgado que contaba además con testigos presenciales, pues otros alumnos del centro habían observado la mancha en su pantalón antes de que la nociva sustancia dañara su pierna.
Aunque en un principio la representación del instituto en el pleito sostuvo que no existía «relación causal alguna entre el daño reclamado y el funcionamiento del centro», finalmente ha aceptado que la quemadura química tuvo lugar en el recinto. En su contestación a la demanda, que consta en autos y que ha sido consultada por este diario, el centro inicialmente se desvinculó de aquella herida. Rechazaba responsabilidad en la quemadura que la pupila afirmaba haberse hecho durante aquella clase, que se desarrolló entre las 11.45 y las 12.45 horas.
Bajo llave
El centro aseguraba que los productos usados en la asignatura de Ciencia Aplicadas son «los básicos de cualquier laboratorio de secundaria». Aparte, indicaba que estaban «todos bajo llave» en el departamento de Química, sin acceso del alumnado y con un cartel disuasorio. Asimismo, el instituto afirmaba que en las clases prácticas se usan « materiales sin riesgo para precisamente evitar este tipo de incidentes». Además, resaltaba la dilatada experiencia del docente que lleva la asignatura, que «siempre»explica las normas de utilización de los materiales de laboratorio.
Finalmente, el acuerdo entre alumna e instituto zanja esta historia, y será un seguro el que responda por aquella mancha corrosiva que culminó en operación.
«Lo hemos pasado muy nerviosos, con ganas de que esto terminara pronto y con pena de lo que le pasó a nuestra hija», ha confesado María del Mar, la madre de la adolescente a este diario. Sobre el estado actual de la joven, su progenitora afirma que no está recuperada del todo, pues a veces le molesta «e incluso se queda coja por el dolor».